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ZarAGOTA

Interrumpimos la semana de Con el sueño cambiado: carta a Enrique Villagrasa (I)

 para ver la crítica a la que se refiere Nacho Tajahuerce-que firma la carta- pinchar aquí

Estimado Enrique Villagrasa:

He esperado que pasaran unos días para escribirte después de leer tu crítica en el suplemento cultural “ARTES Y LETRAS” de Heraldo de Aragón y me he visto en la obligación o quizás en la necesidad de responder ante la crítica fuera de lugar, sin sentido y obscena vertida sobre los libros premiados en el concurso de poesía de la Delegación de Gobierno de Aragón.

Poco o nada tengo que decir a los apuntes críticos sobre las obras en cuestión, hacia los libros y sus versos en concreto, excepto quizás alguna puntualización que escribiré más adelante. Con esto quiero dejar claro, que no me siento ofendido por haber sido criticado, (todo libro publicado puede ser objeto de críticas sin que nadie debiera sentirse ofendido), sino por el tono utilizado durante dicha crítica que en mi opinión se encuentra muy lejos de lo que debiera ser una crítica seria. Soy consciente de mis limitaciones y de que Manual de oficios tiene aspectos mejorables. Tengo 27 años e intento mejorar día tras día. Si fuera un libro perfecto me habría presentado quizás a algún concurso de nivel nacional pensando así que mi libro era una auténtica obra maestra, y sí, me faltan lecturas querido Enrique, menos mal que me faltan lecturas, creo que si no me faltaran estaría condenado al suicidio. Espero Enrique que también te falten muchas todavía y puedas seguir disfrutando como haré yo durante el resto de mi vida. Sería una lástima que no fuera así. Volviendo a lo que estaba comentando, me presenté a un concurso regional, más asequible y quizás más acorde a mis posibilidades actuales. En este premio se me concedió un accésit y de ahí la publicación del libro. Por esta razón, me parece desmedida la crítica (una página entera en un suplemento cultural de apenas ocho páginas). Qué forma de desaprovechar una página de cultura. Desde luego no creo que merezcamos ninguno de los tres premiados la importancia suficiente como para ocupar una página entera y menos para ser criticados de una forma tan mísera.

Pero centrémonos en la crítica en cuestión, vayamos al texto que es lo único importante después de todo. La crítica si es constructiva bienvenida sea, pero cuando es destructiva debe ser respondida con rotundidad. Aconsejar manuales y lecturas en una crítica como esta, no consigue más que hacer de ella algo que no sirve, algo superficial, porque ya no es lo que debería de ser. ¿Manuales para qué? ¿Para desprestigiarnos, para ningunearnos? Y también tienes el valor de recomendar esos manuales a los lectores, también entonces ¿le recomiendas esos manuales al jurado formado por poetas, profesores de universidad y catedráticos que nos han concedido estos premios? Siempre he desconfiado sospechado de las personas que demuestran tanta seguridad en lo que dicen o en lo que escriben. 

 “La poesía si es clara y transmite sentimientos inmediatos, al final no es poema”. Esa es la cita de Saint-John Perse que utilizas para desmontar de un primer plumazo los tres libros. Cada uno tiene sus preferencias dentro de la poesía, hay diferentes corrientes pero sobretodo (como bien deberías saber al ser poeta), hay una división definitiva: hay buenos y malos libros. Dentro de la poesía realista hay buenos y malos libros y dentro de la poesía no realista o del lenguaje, que quizás sea la que defiendes y utilizas en tus propios versos, hay buenos y malos libros. Pero sobre eso no dices nada. Te centras en una tendencia y ese es un error demasiado importante para alguien que lleva tanto tiempo ejerciendo la crítica y sobre todo escribiendo poesía. Cada uno de los tres libros tiene su particularidad, ni mejor ni peor, de ahí quizás ya el error de inicio de realizar una crítica conjunta de los tres libros.

Más adelante utilizas un tono de maestrillo poco común en una crítica literaria. Nos dices que hay que conocer la tradición y luego olvidarla. Suponer qué he leído o no he leído no es profesional. Un crítico debe centrarse en el texto y más cuando no nos conoces de nada y no sabes de nuestras lecturas ni posees ninguna certeza de lo que estás escribiendo por lo que la crítica pierde todo su sentido. Yo al igual que mis compañeros premiados hemos estudiado Filología Hispánica, al menos Jesús y yo, Alberto está todavía en la Universidad al ser el más joven, y la tradición la hemos estudiado y la hemos leído y desde luego no pienso olvidarla. De todos modos, como he dicho anteriormente, tengo la suerte de tener tan solo 27 años, por lo que me quedan muchos todavía para seguir leyendo y para seguir aprendiendo. ¡Qué suerte la mía! Quizás si tuviera 20 o 30 años más y continuara por el mismo camino abandonaría la escritura. Pero todavía me queda tiempo para aprender. Imagino que entiendes bien lo que acabo de explicar. 

 Continuando con el texto que escribes no puedo obviar que utilizar un verso suelto y sacarlo de contexto para decir que eso no es poesía como haces  con uno de los versos de Alberto Acerete no es de un crítico que ejerce con destreza su profesión. Eres poeta y sabes bien que con un verso sacado de contexto todos podemos jugar, con un verso mío o incluso con algún verso tuyo.  

2 comentarios

doberka -

Bueno, yo sólo voy a seguir su consejo, y voy a olvidar cada una de las palabras que he leído de su crítica. Y la mejor manera de demostrar que ha sido así es comprar las obras de los autores y de esa manera tendré una opinión más personal y seguro inolvidable.
Nacho, aún no he leído ninguno de los tres y ya sé que me van a gustar, sino fuera así no se hubiera molestado en querer enterrar, tanto a las obras como a sus autores, antes de hora. Tendremos que averiguar qué es lo que le ha hecho tanto daño...

Besos.

Manuel Martínez Forega -

1) La crítica es facultativa; debe esto tenerse muy presente si no se quiere caer en la pavorosa espiral del juez juzgado.
2) Si la crítica es facultativa y se adhiere necesariamente al concepto básico de libertad de expresión, debe, en consecuencia, respetarse con la misma convicción que la contracrítica. Por eso yo no estoy en desacuerdo con Enrique Villagrasa, ni tampoco lo estoy con la réplica ponderada de Nacho Tajahuerce y de su extraordinario valor fundado en la modestia (matiz que revela su inteligencia).
3) Ahora bien, con quien sí estoy del todo de acuerdo es con El criticón (un “clásico” no citado hasta ahora), que no hacía sino dar consejos y desarrollar una preceptiva no sólo moral. En este sentido, tengo que estar necesariamente de acuerdo con Villagrasa porque, a mi juicio, dice unas cuantas verdades que no deben soliviantar al personal, ni mucho menos, sino hacerle tomar alguna nota (tampoco hay que exagerar). Han caído en sus manos tres libros como pretexto para poner en evidencia una corriente o unas corrientes que no le gustan. Éste es el meollo de la cuestión: ni Alberto, ni Jesús, ni Nacho son su objetivo; lo creo sinceramente, entre otras cosas, porque en seguida se deduce de sus palabras.
4) La poesía de Villagrasa participa, en todo caso, de esos mismos elementos estéticos de los que abomina; pero, desde Hegel (y más desde Marx), qué haríamos sin contradicciones, sin dudas y sin retractaciones.
5) Lo que sucede es que no existen, en verdad, manuales para nada, sino librillos con sus respectivos maestrillos. A este respecto, mal asunto es ése de guiarse con un farol en pleno día tratando de emular a Diógenes. Si no la del Hombre, la búsqueda del Poeta siempre será permanente y, para ello, es imprescindible seguir todas las pistas.
6) Otra vez por eso hay que dar la bienvenida a Jesús, a Alberto y a Nacho; saludar su juventud como un bálsamo y sus textos como un puente biopoético que ya se verá si es capaz de soportar todas las avenidas. La primera, la del jurado que reconoció su valor, la han superado; la segunda, la de Villagrasa, ha removido el cauce donde se asienta.
7) Aunque Enrique Villagrasa es necesario, porque no es ningún estúpido y también sabe lo que dice. Sería absurdo engañarnos a nosotros mismos.
8) La crítica, junto a la materia que censura, forma parte de la armonía formal tácita de toda la literatura. La euritmia del mundo literario no sería posible sin una de ellas; no sería posible ni siquiera sin sus miserias (muchas), ni sin sus fortunas (unas cuantas).
9) Y si me aceptáis un consejo, vaya: para que sea posible el axiomático rerum concordia discors, yo sólo excluiría a los bocazas y a los perdonavidas.
10) Fin: nada levanta ampollas en los sesos; una dermatitis es más que soportable y, además, tiene cura si se aplica la terapia conveniente: deséchese la fatiga nerviosa.
M.M. Forega