Crónicas de ZarAGOTA: del Azul al Claro Interior de Guinda
Una de estas semanas que se suponen tranquilas, pero en las que todo el mundo sale, todos los días, incluido el fin de semana-que ya, poco a poco, todos hemos llegado a la misma conclusión: es de horteras- y eso se supone que es bueno.
Al principio de la semana me pasé por Cálamo para aprovisionarme de libros bajo la sabia batuta de David Mayor. Estaba Manuel Vilas, al que hacía mucho que no veía y hablamos un ratico, se le veía bien, muy bien. David me recomendó el primer libro de Kiko Amat, Cuando me vaya no se lo diré a nadie, que me leí en menos de media jornada, un texto delicioso, un poco en la onda de Alta Fidelidad, todo nueva ola y Northern Soul. El martes practicamos los proyectos de edición de poesía femenina en el Bacharach, con David Remolinos y las ginebras, los cabezudos y Dick el Demasiado. Arrastré mi cuerpo hasta mi casa, dejando atrás las risas de María Caníbal y el taxista que me llevó. Parque de Atracciones se acerca.
El miércoles se reinauguraba el Azul Rock Café bajo la batuta de Nacho Zorro. El Azul Rock Café fue a finales de los noventa el sitio clave de la movida cultural nocturna zaragozana: músicos como Calamaro, Bunbury, Jose Lapuente, Alan Boguslavsky, Gonzalo Alonso, Fernando Frisa o Guille Martín eran habituales en sus largas noches, también escultores, pintores o cineastas acudían a tomar una copa cualquier noche de la semana. Entró en parada técnica y terminó cerrando. Cientos de rumores corrían sobre quién y cómo lo iba a retomar y volver a darle algo de vida y al final ha sido Nacho, el dueño del Zorro, el que ha decidido atreverse. Espero que le vaya bien. Acudimos a la inauguración, en la entrada presidía una chupa de cuero, homenaje a Guille Martín, el grandísimo rockero madrileño-zaragozano que se nos fue hace más de un año y que hizo del Azul su segunda casa, su mujer, Gabi, el espíritu vivo del rockandroll fue a la primera que saludé, guapísima como siempre. También estaban Cristina Garcés, Miguel Añanos, JoseAzul, Eduardo Sullivan-que se excusó por no pasarse a vernos y le perdoné-…
El jueves una sesión sorpresa en el Bacharach. El vengador dorado ataca de nuevo. Quedé con Simón Salmón y Pelvet para tomarnos unas salmueras en Almau antes de ponerme frente a los platos. Aprovechamos para quedar también con López Pérez Pinchadiscos que estaba la misma noche pinchando en el Alice Kyteler. Chema está otra vez en plena forma y eso, para todos los amantes del movimiento y la efervescencia creativa nocturna y diurna es una buena señal. La pinchada, hasta el momento en el que un tipo ligeramente pasado me lanzó una banqueta por encima de la barra –punk, tíos, todo punk- fue de las mejores que he hecho estos últimos meses. Se pasaron Alex Estige y Leticia-guapísima también-, Luis Nuboso a última hora-pinché Puedes ir en paz de su EP el Hermano Sebastián y nadie supo reconocerlas de lo buenas que eran-, los chicos de Mister Hyde –bajo la vía láctea esta noche, man-…bailamos y reímos. Y eso que era jueves.
El viernes era la presentación del último libro de Ángel Guinda. Guinda, el poeta que volvió del infierno fumándose un ducados, el que le dijo a la parca: nena, creo que te equivocaste, ese mismo. Olifante ha publicado Claro Interior en su colección de poesía y al el Foro de la FNAC, que era donde se presentaba, me acerqué. Estaba a tope de gente, no se podía prácticamente ni pasar, estaba Nacho Escuín -con el pelo corto y prometiéndome que lo de mi libro iba para adelante-, Daniel Gascón, Ana Muñoz, Fernando Sarriá y apareció un poco más tarde Carmen Ruiz. Sólo llegué a escuchar parte del discurso de Forega, que presentaba junto a Melero el acto, y la disertación de Guinda y la lectura de alguno de sus poemas. Sentados estaban Rosendo Tello, Emilio Gastón y los chicos del 22 casi al completo: Miguel Ángel Ortiz Albero –que se había pasado un rato por la pinchada en el Bacharach del día anterior y que no se pierde una-, Miguel Serrano, Jesús Jiménez y novias y amigos varios. Nacho Tahauerce se dejó caer en un momento de descanso de su turno en la FNAC. Ángel Gracia sonreía desde su puesto en la parte de atrás del foro, estaba el asunto lleno.
Después nos fuimos a tomar unas tapas a Bodegas Almau y unos cuantos vinos, claro, también. Reímos, criticamos y seguimos bebiendo, Ingrid y Miguel Ángel, Angel Gracia y yo mismo, en el Bonanza. Jesús Jiménez se había marchado a pinchar en el Tiger Lilly y brindamos por él, llegó Nacho Tahauerce y brindamos por él… me marché yo y brindaron por mí. A veces salir tantos días puede llegar a cansar.
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