Antes de que el cáncer me atrape de Puritani (Editorial Eclipsados)
EDITADO el primero de Abril: El mejor resumen para este libro es que por fin Sergio Ortas el que se impone al teatral Puritani. Si en su anterior entrega Jamás un trago fue tan ignorado, seguía primando lo escénico-no olvidemos que Puritani es uno de los más transgresores rapsodas que deambulan por la ciudad de Zaragoza a.k.a Zeta- y era, en definitiva, un manual efectivo para seguir el devenir de un autor que buscaba provocar antes que empatar, en este nuevo libro nos encontramos un material que habla más de lo humano que del personaje; un libro de versos rasgados, arrugados, versos de un escritor en la permanente resaca vital del que ha decidido dejar de beber.
Y es que con Antes de que el cáncer me atrape el delirio ha terminado, los valses sólo contienen las secuencias aguadas de unas vidas desconocidas que ya nadie se afana en vivir, palabras para barba de una semana, palabras para un labio que fuma hasta la boquilla y se quema y no la retira de la boca porque ya no hay prisas, palabras para el que es consciente de que se han terminado todas las fiestas de mañana.
Gusta este libro de Sergio Ortas-e insisto en no usar Puritani- porque es un libro sincero, limpio de las capas y capas de malditismo que hacían irreal e inoperante desde el punto de vista puramente poética sus primeros versos. Gusta este libro porque es lúcido en sus aforismos (“El proyecto paralelo es la madre de todos los vicios;/el adulterio a la tónica,/su ginebra.”), cruelmente irónico con aquellos que cometen un pecado todavía mayor que escribir poesía en los bares; aquellos que HABLAN de poesía en los bares Cuando la poesía casi me mata.
Sergio, flaco, larguirucho, poeta patrón de un barco que sobrevive, cascarón al cierzo en su propio mar de dudas. Y Puritani sólo flojea en los momentos de indulgencia y de autosatisfacción de su podredumbre Bailes de Salón o en los interminables y lastrados de tópicos versos de Por Sistema o Antes de que el cáncer me atrape. Y Sergio se eleva como un narrador subjetivo y difícil de callar en Hasta aquí hemos llegado (“hoy no toca cadena sino collar/subo por la calle Lorente/con mi perra”) o en Por sistema (“Odio la dulzura en personas y cosas/temo acostumbrarme a ellas”).
Se nota en el libro una intención de contener el torrente imperfecto de los versos y someterlos a un modulado maduro y sosegado, con lo que se consigue una arquitectura mucho más estable para el conjunto del poemario.
No es un nuevo Puritani, es el mismo de siempre, recitando y sangrando en cada verso, afónico de grescas y sobrado de causas, pero Sergio Ortas, más educado y emocional, hace su aparición estelar para narrar la vida en remanso, los deltas llenos de fiemo donde todos pataleamos, las voces de Cioran, Roger Wolfe, los demonios de Vallejo, los ídolos asesinados y los ídolos por asesinar, el Este, los Cárpatos, las delicias del alcohol de baja graduación, la raza que no quiere ser raza sin ser oprimida... el amor en dosis baratas, y eso es, definitivamente, imprescindible.
1 comentario
Almu -
(Te he leído con atención)
Bss