Ya no queda nada
Tenemos ya la Expo encima y parece que, crecidas mediante, tendremos todo terminado a tiempo. Desde hace semanas me monto en la línea 8 especial que va al recinto de Ranillas-menos saturada que el clásico 23, atiborrado de ingenieros temblorosos a punto de enfrentarse a sus exámenes-, Fluvi en sus diversas versiones salpimenta nuestro día a día y de tanto verlo ya no me parece tan horroroso, incluso, aunque un poco decepcionante en los grandes nombres, se ha hecho pública por fin la programación de conciertos para estos próximos meses.
No creo que sea ahora el momento de ser agoreros, ni para pasar el dedo por encima de la pintura fresca a ver si nos llevamos un poco; ni, por supuesto, para regurgitar nuestros odios y obsesiones en forma de pintadas un minuto después de inaugurar un puente. Me dirán que tiene que ver con el carácter aragonés crítico y fatalista con lo propio y yo les contestaré que no, eso simplemente es vandalismo y mala leche. No sé cómo se desarrollarán los acontecimientos, no sé si las instalaciones y los medios de transporte y logísticos estarán preparados o serán suficientes, no sé si, como en todo gran proyecto que mezcla lo público con la iniciativa privada, las cosas están claras del todo, pero prefiero apretar los dientes y arrimar un poco el hombro. Ya nos quejaremos después. En realidad nos podremos quejar todo lo que queramos pero vamos a dar por lo menos un poco de aire a todo este tinglado. Esta ciudad, esta región, todos nos lo merecemos.
¿Y después? pues después ya veremos: tenemos el aniversario de los Sitios, tenemos el proyecto faraónico de Gran Scala, tenemos nuestras vidas y empleos -porque, les aseguro, que el día después de la Expo nos va a tocar ir a trabajar - e incluso tendremos que limpiar algo, eso téngalo por seguro, pero qué le vamos a hacer, después de una fiesta hay que recoger. Mientras tanto, si les parece bien, vamos a disfrutarla. Yo el primero, a ver si me entero cómo puedo entrar al recinto para ver a Peret sin pagar la entrada completa.
Ya les iré contando.
Columna aparecida en el Heraldo del 23 de Junio
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