Algunas reflexiones sobre Peret...
Y es que nos vamos el jueves a Pirineos Sur los Margot al completo. Pelvet y Álvaro ya estarán por ahí y Simón Salmón apura los trámites para una huida hacia delante. Josema Fanzine, Bea, JV, Teresa y yo en coches. Manuel Vilas presenta. Suena cañón Peret en directo, que lo sepáis.
Después de verle en Barcelona, presentando el formato en directo con el que se va a presentar en Pirineos Sur, con una instrumentación que mezcla el formato de la rumba barcelonesa puro-recuerda, sólo palma y contrapalma, que parece que es fácil pero como todo, hacerlo bien es complicadísimo, más guitarra ventilador y coros- con una formación de banda rock-guitarra, bajo, batería y teclados- y voceros de distintos matices y registros-cubanas, flamencos, coro evangelista-, los que estuvimos en aquel hermosísimo concierto del Palacio de la Música de Barcelona, aficionados a las músicas del mundo y los espectáculos percusivos, de energía sobresaliente, de comunión tribal y colectiva, sabíamos que algún día podríamos verlo en el escenario de Lanuza, porque estaba a la altura de cualquiera de las muestras que afrocubanas, latinas o atlantes-que de todo hay-que hemos visto desfilar por aquí. Qué rápido, qué bien, qué potente, tenemos algo muy grande, tenemos una mezcla de la rítmica de Bataan, de Jorge Ben, con la sencillez lírica y profunda de los grandes del folk mundial... y encima es español, español de Barcelona. Y a bailar amics.
Peret llevaba pistola. Quería protegerse. Primero de los que estaban en contra de que tocara en Eurovisión y después los de la Iglesia Evangelista cuando se salió de la orden. Peret tiene un vídeo inmenso, frente a miles de personas, en un escenario alemán, hablándoles en español, despacito, para que todos le entendieran, chamullando el alemán, con cuarenta grados de fiebre, vestido de negro, más Juanito Cash que nunca, antes del retiro espiritual. Peret era una hebra más en la Barcelona cosmopolita y cargada de humo y tintineos de hielo sobre el vaso largo, del Makinavaja de Ivá pasando por El Pijoaparte o el Carvalho previo al delirio nacionalista. Como decía Loquillo: Barcelona, sí, pero MI Barcelona. La de los Salvajes y los Sirex, música para charnegos, en tres idiomas, en todos los idiomas del mundo.
Peret con peluquín y camisa blanquísima abierta, frente al mundo, cantando Amor a todo Gas a finales de los sesenta. Peret representa la armonía multicultural en el seno de Cataluña, no del rollo Haima, porrito, perroflaúticos y demás mugre sino más bien del envelat, fiesta mayor del barrio de Gràcia. Ahora que hay que aguantar los experimentos del buenrollito de los niños bien reciclados en neohippies que compran alimentos biológicos por Internet-a precios de arroz extraído a mano, granito a granito- conviene recordar que la mezcla de verdad sólo viene de la juerga, el ruido de la fiesta, la vida cantada a pleno pulmón, sin imposturas.
A la rumba catalana estuvo a punto de devorarla los dos extremos: Los que la convirtieron en el soniquete del verano, los de terraza, paella para guiris y tinto con gaseosa, la caricatura y los que lo querían dotarla de unas ínfulas sesudas e intelectualoides para un género que por sus orígenes e intenciones sólo puede ser ligero y festivo, aunque las letras sean reflexiones directas, verdades como puños. En el medio siempre estuvo Peret, el gitano de Mataró, que agarró el son cubano, el bugalú del Harlem español, la sexualidad nada cohibida de Elvis Presley y algo del flamenco más accesible y nos regaló un puñado de canciones tan lindas que las cantan y bailan todas las generaciones de españoles.
5 comentarios
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Javier López Clemente -
chapeau maestro y espero que nos cuentes eso del Comandante Vilas presentando al Rey de la Rumba mientras el pueblo se mete en la cama para seguir madrugando, me cago en la pana.
Salu2 Córneos.