Crónicas de ZarAGOTA: Qué puedo decir
Es muy complicado resumir los últimos días, así que no voy siquiera a intentar. Muchos de los que seguís estas crónicas sabéis de mi amistad con Sergio Algora. Releyendo algunas de las últimas columnas, en la última en realidad, contaba cómo nos habíamos ido a comer, por charlar, por intercambiar proyectos, por vernos las caras y reír, reír que es lo único que de verdad nos hace libres, que nos permite vivir sin preguntar si podemos hacerlo. Sergio se ha marchado, no sé muy bien a dónde ni por qué, pero lo ha hecho y me siento tan mal, tan solo y tan desesperado que no tengo ni idea de hacia dónde tirar. Sea esta y la próxima y todas las cosas que escriba en el futuro un homenaje a Sergio, la persona que me dijo Ok, Octavio, escribe...
Estuve pinchando en el bar, en el Bacharach, por última vez el jueves 26 de Junio, la ciudad, España entera loca por la clasificación. Sergio estaba descansando, estuvo con Enrique Moreno, puse música en español, ochentas, yeyé, cosas más bizarras,latinas...nos divertimos, siempre me divertía en el Bacharach. Durante la semana hablé con Ángel Gracia, el mejor amigo de Sergio, para quedar a comer todos juntos antes de que Ángel se marchara a Cuba de vacaciones-siguiendo a Lezama Lima, sin duda- y nos fuimos intercambiando correos electrónicos sin conseguir centrar el tiro. El jueves 3 de Julio empecé mi semana de vacaciones, mi intención era terminar el próximo libro de poemas, Nada mejor que hacer esta noche y grabar algunos temas con Pablo Malatesta para el disco de Experimentos in da notte. Pero antes tenía unos cuantos asuntos a solucionar, visitas al Maquinista-gracias por todo, man, tú sabes- y quedar con David Remolinos para preparar la presentación de Parque de Atracciones en el bar La Imperdible, y como siempre, quedé con David en el Bacharach. Como siempre estaba a tope, era jueves, habíamos estado Santi Rex, Miguel Ángel Ortiz Albero, María Caníbal y yo en la Estación del Silencio defendiendo los manuscrito de Michel y de Ana Muñoz –toda Deborah Harry apresurada y errática camino de Teruel- frente a Antonio Estación, destino Chorrito de Plata, en la Estación del Silencio. Hasta el Bacharach sólo llegamos Miguel Ángel Ortiz Albero y yo. Sergio estaba tras la barra, saciando la sed de los parroquianos, casi beatífico en su sonrisa y disposición, bailando las horas junto a Maribel, le pedí un gintónic-al que me invitó amablemente David- y quedamos para comer el día siguiente, en el Pascualillo, como debe de ser. Estaban los demás Costa Brava pululando por allí, Fran Nixon de parada intermedia camino de un bolo en la playa, se mascaba una de esas noches eternas y bambinas en el Bacharach. Yo, que soy muy prudente, me retiré. Me retiré demasiado pronto.
Al día siguiente el Teatro del Temple había preparado un espectáculo poético-musical en la Expo. Textos de Carmen Ruiz, Nacho Tajahuerce, Nacho Escuín o Almudena Vidorreta....entre otros (los otros por ejemplo, Jesús Jiménez y el que firma, engarzados por la sapiencia loft y disco del maestro Aldente) y la música pinchada por Algora. Así que por qué no nos vamos a ir juntos a la expo. Comimos, comimos lo mismo, paella y pollo asado, algo de vino y gaseosa y café sin postre. Vino Maribel para traerle el cargador del móvil, vino María Caníbal que se había apuntado al combo poético por la generosa mano de Pilar del Teatro del Temple, y los cuatro caminamos por las calles que más nos gustaban camino de San Miguel. Cuéntame algo más de la música, Sergio... pues es algo de soft instrumental mezclado con bandas sonoras raras, sonidos ácidos y negroides, queda muy chula la tuya del mutante... y la de Jesús, la de Ursula Andrews saliendo de la playa...Octavio, esa si se hiciera en inglés...sería como un auténtico hit de disco remezclado... Sergio Algora me presentó a Alfonso Plou y Carlos Martín mientras tomábamos unos orujos en la Plaza San Miguel. Jose Luis Esteban nos acercó hasta la entrada de artistas, bajo un solazo zaragozano de justicia, un sol vengador. En la puerta un pinchadiscos alemán gritaba I can´t go y el guripa de seguridad sólo acertaba a decirle: yo no hablo idiomas. Sergio Algora creó una leyenda urbana de esto. No puedo decir más.
Cuando se abrió el escenario Sergio Algora llevaba la camisa estampada más chula que he visto en mi vida, bebía una copa de champán frente a dos platos de pinchadiscos, también se subía las gafas oscuras con un dedo. Era el personaje que la penúltima obra pánica exigirá a la eternidad.
Luego, después del éxito y las risas, nos dedicamos a beber cerveza en uno de esos apartados de los restaurantes de plástico-Expo, con nuestros vasos de un euro, buscando la sombra como mañísimos reptiles... Miguel Ángel, Jesús, Nacho, Miguel, María, Sergio y yo. Por alguna extraña razón Sergio nos habló de su vida, de los años, de sus amores, de sus distintas existencias...luego María y yo nos levantamos. Les dijimos-le dijimos- adiós con la mano.
Estuve en Remolinos, leí poemas, bebía alcoholes, vacilé a señoritas, recorrí carreteras en ida y vuelta, dormí el lunes, usé el martillo para encajar versos el martes. María Caníbal y yo no pudimos dormir hasta las cuatro o cuatro y media, algo pasaba en la sudorosa noche de Zaragoza. El miércoles por la mañana remoloneaba en la cama, no eran más de las nueve y media.
Después del funeral nos fuimos todos a comer a la fonda de la Peña, reímos con fuerza, para que las carcajadas llegaran hasta él. Después en Pirineos Sur Peret me cantó el Muerto Vivo, luego –y esto es cierto- estuve en una boda y la banda tocó Sarandonga. Intoxicado el sábado rechacé ir a tocar con Nubosidad Variable. Hoy, domingo, son casi las dos de la madrugada. Mañana es el primer día sin Sergio. No sé muy bien qué voy a hacer.
2 comentarios
sujeta-corbatas -
miembro de su grupo,les ofreci mi colaboracion cultural atraves de mi web,era muy simpatico y conocedor de las personas,gracias por prestame
atencion,alli donde estes sigue igual
Nerea Ferrez -
Si necesitas más avísanos.
Un beso